Hoy
celebramos con ilusión el cuarto aniversario de El Arca de Noelio. Y, con la
misma ilusión, lo hacemos de la mano de nuestro escritor de cuentos favorito: el
fabuloso Hans Christian Andersen.
En
el seno de una humilde familia, nacía el 2 de abril de 1805 en Odense
(Dinamarca) un fabuloso niño al que pusieron por nombre Hans Christian Andersen.
La madre de Hans era lavandera y su padre un modesto zapatero que tuvo a bien
cultivar la imaginación del pequeño contándole fantásticas historias y
enseñándole a crear su propio teatro de títeres.
Pero
a los once años de edad, Hans perdía a su padre y se veía en la obligación de
abandonar la escuela para ponerse a trabajar como aprendiz en diversos oficios
artesanales. Más adelante, su madre se volvía a casar y Hans, ya con catorce
años de edad, decidía viajar a Copenhague con el fin de labrarse un
futuro como cantante de ópera. O quizás como actor.
No
alcanzando éxito alguno en ninguna de estas dos disciplinas, sí lograba ser admitido como alumno de danza en el Teatro Real de Copenhague. Jonas
Collin, director de dicho Teatro Real, le procuraba entonces una beca regular
para sus estudios formales, estudios que el propio Andersen completaba con una
autodidacta formación literaria a través de la lectura de ilustres nombres
como Goethe, Schiller, Novalis, Hoffman, Shakespeare o Walter Scott…
…
que le llevó a escribir un considerable número de poemas y piezas teatrales y a
publicar en 1822 el volumen “Ensayos de juventud” (Ungdoms-Forsog) bajo el
seudónimo de William Christian Walter, una combinación de su nombre con los de
Shakespeare y Scott.
Tras
completar su formación en las ciudades danesas de Slagelse y Elsinor, Hans
regresaba a Copenhague en 1827, mismo año en el que la revista literaria
Kjobenhavsn flyvende Post publicaba su poema “El niño moribundo”. Dos años más
tarde era presentado también “Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este
de la isla de Amager”, un cuento fantástico al estilo de Hoffman en forma de
poema en prosa, y la obra de teatro “El
amor en la torre de San Nicolás”.
“Viajar
es vivir”
Entre
los muchos sueños de Hans se encontraba el de visitar otros países. Así que
empezó por Alemania, en donde no sólo se dejó maravillar por sus paisajes sino
también por los cuentos y leyendas de los también maravillosos hermanos Grimm. A su regreso a Copenhague, Andersen escribía “Siluetas
de viaje”, libro en el que recogía sus experiencias en Alemania.
Tras
este viaje llegaron otros gracias a la obtención de otra beca. Y así Hans se
recorrió París, Suiza, Italia y, de regreso a su país, Viena y Munich.
En
1830 Hans publicaba “Poemas”, en 1831 “Fantasías y bocetos”, en 1832 “Viñetas
dirigidas a los poetas daneses” y “Los doce meses del año” (apasionado y
romántico canto a la naturaleza) y en 1835 su primera novela, “El improvisador”.
“Mi
vida es un cuento maravilloso”
También
comenzaba por aquel entonces Andersen a
escribir sus primeros cuentos dirigidos a los niños, alentado en gran medida
por Hans Christian Oersted, físico y químico danés y gran amigo personal del
escritor.
Pero
todas sus esperanzas estaban puestas en su novela “El improvisador”, una
especie de autobiografía con la que obtuvo un enorme éxito, haciéndose de ella
numerosas ediciones y siendo de inmediato traducida al sueco, al alemán y al
inglés.
“Oersted
dice que ‘El improvisador’ me hará famoso, pero que estos cuentos me darán la
inmortalidad. Como es natural, yo no lo creo”
Él no lo creía pero el resto del mundo sí. Los cuentos de Andersen empezaron a
divulgarse rápidamente no sólo por Dinamarca, sino también por Alemania,
Suecia, Inglaterra…
“Desde
este momento, en la literatura danesa ha nacido una nueva prosa. El idioma ha
adquirido la gracia, el color y la frescura de la sencillez”
(Jen
Peter Jacobsen, autor danés)
La
posterior obra de Andersen abarcaría novelas como “O.T.” (1836), “Sólo un
violinista” (1837) o “Los dos barones” (1848); obras de teatro como “El mulato”
(1840) o “La nueva habitación” (1850) y otros preciosos libros de viaje como
“El bazar de un poeta” (1842), “En Suecia” (1851), “Una visita a Portugal”
(1866)…
“Yo
me había dicho a mí mismo, si gano a la lotería, hago un viaje a España; pero
no gané, de ese modo no quiso el Señor que obtuviese el dinero, pero un día
hizo que mi editor dijese: sus Cuentos ilustrados se han agotado, tenemos ya
una edición nueva completa que le da derecho a honorarios. Fue como si del
cielo me hubiese llovido la beca para España”
…
y “Viaje por España”. En 1862, Hans visitaba nuestro país, en el que permanecía
durante un largo período comprendido entre el 4 de septiembre y el 23 de
diciembre.
“El
mapa nos muestra a España como la cabeza de doña Europa; yo vi su preciosa cara
y no la olvidaré jamás”
y no la olvidaré jamás”
La
primera edición danesa de “Viaje por España” veía la luz en 1863 y era publicada
con el título “I Spanien”. Obtuvo un enorme éxito que llevó a su traducción al
alemán y al inglés de manera casi inmediatas.
En
1871 Andersen escribía “Pedro, el afortunado”, su última novela. Fue también
autor de un abundante epistolario, publicado de forma parcial en una docena
de volúmenes, así como de una serie de diarios.
También
nos dejaba sus memorias en “El cuento de mi vida”. Pero el nombre de Hans Christian
Andersen será por siempre asociado a sus cerca de 170 cuentos que fueron
apareciendo desde mediados de la década de 1830 hasta 1872.
El
primer volumen, “Cuentos para contar a los niños”, aparecía en 1835 y contenía
títulos clásicos como “El encendedor de yesca”, “Claus el grande y Claus el
chico”…
“Érase
una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero ésta tenía que
ser una verdadera princesa. Viajó por el mundo entero en busca de una, pero
siempre había algo que censurar. Princesas no faltaban, mas ¿eran verdaderas
princesas?”
…
“La princesa y el guisante” o “Las flores de la pequeña Ida”. Y posteriormente
fueron apareciendo muchos otros cuentos.
“Pulgarcita”, “El niño malo”, “El compañero de viaje”…
“Mar
adentro, el agua es tan azul como los pétalos del más bello aciano y claro como
el cristal más puro, pero es muy profundo, demasiado profundo, para que ningún
ancla pueda llegar al fondo, y serían precisas un gran número de torres de
iglesias, puestas las unas sobre las otras, para llegar del fondo a la
superficie. Y allí, en aquellas profundidades, es donde viven las sirenas…”
…
“La sirenita”, “El traje nuevo del emperador”, “Los chanclos de la felicidad”,
“La margarita”…
“Para
que el lector supiese a qué atenerse, había titulado mis primeros volúmenes
‘Cuentos para niños’. No eran más que una transcripción de los que yo había
contado de viva voz a los pequeños…
…
Pero no tardé en percatarme que las más diferentes edades encontraban gusto en
ellos. La gente joven se interesaba por el escenario, la gente madura buscaba
antes la idea.”
“Había
una vez veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, porque habían nacido
de una vieja cuchara de plomo. Llevaban el fusil al hombro, la cabeza erguida,
y el uniforme, rojo y azul, les sentaba a todos bastante bien…”
…
“El soldadito de plomo”, “Los cisnes salvajes”, “El jardín del paraíso”, “El
baúl volador”…
“En
la última casa de una pequeña ciudad, las cigüeñas habían construído su nido.
La madre cigüeña se hallaba en el nido con sus cuatro pequeños, que sacaban sus
cabecitas de picos negros, ya que aún no se habían vuelto rojizos…”
…
“Las cigüeñas”, “El jabalí de bronce”…
En
1840 era publicado el volumen “Libro de pinturas sin pinturas”.
…
“El pacto de amistad”, “Una rosa de la tumba de Homero”, “Ole cierraojos”, “El
elfo de las rosas”…
“Había
una vez un príncipe pobre. Su reino era muy pequeño, pero, sin embargo, lo
suficientemente grande para que él se pudiera casar. Y casarse era lo que más
deseaba…”
…
“El porquerizo”, “El trigo negro”, “El ángel”…
“Como
ya sabéis, en China, el emperador es chino, y chinos son también cuantos le
rodean. La historia que os voy a contar es muy antigua; pero precisamente por
eso, es por lo que merece la pena de escucharla, antes que se la olvide…”
…
“El ruiseñor”, “Los novios”…
“¡Oh,
qué tiempo más estupendo hacía en el campo! Era verano. El trigo estaba
amarillo; la avena verde, el heno estaba ya almacenado en los almiares y la
cigüeña se sostenía sobre sus largas patas rojas y hablaba en egipcio, porque
su madre le había enseñado este idioma…”
... “El
patito feo”, “El abeto”…
“Pues
bien, comencemos. Cuando lleguemos al final de esta historia sabremos un poco
más que ahora acerca de un geniecillo. Un día estaba de muy buen humor, porque
había fabricado un espejo que tenía la propiedad de que todo lo bueno y lo
bello que se reflejaba en él disminuía hasta casi desaparecer; en cambio, lo
que no valía nada y tenía un aspecto feo resaltaba y se volvía aún más feo…”
…
“La reina de las nieves”, “El hada del saúco”, “La aguja de zurcir”, “La
campana”, “La abuela”, “El cerro de los elfos”…
“Había
una vez una niña muy pequeña y gentil que tenía que ir en el verano con los
pies descalzos, porque era muy pobre, y en invierno con zuecos de madera que le
hacían mucho daño…”
…
“Las zapatillas rojas”, “Los saltadores”, “La pastora y el deshollinador”,
“Ogier el danés”…
“Hacía
un frío espantoso. Nevaba y comenzaba a oscurecer. Era el último día del año,
la víspera de Año Nuevo. En medio de este frío y de esta oscuridad, una
muchachita marchaba por la calle con la cabeza al descubierto y los pies
descalzos…”
“La
pequeña cerillera”, “Imagen de Castelsvold”, “Desde una ventana de Vartou”…
“¿Conocéis
la historia del farol viejo? No es que sea muy divertida, pero se la puede oír
una vez… Era un farol viejo y honrado que había prestado su servicio durante
largos, muy largos años y que iba a ser arrumbado…”
…
“El viejo farol”, “Las familias de vecinos”, “El pequeño Tuck”, “La sombra”,
“La casa vieja”, “La gota de agua”…
“La
hoja verde más grande de este país es, sin duda, la hoja de bardana. Si se la
pone uno delante es como un delantal, y si se la pone sobre la cabeza, cuando
llueve, sirve casi de paragüas: tan grande es. Jamás una bardana crece sola.
No; donde crece una, siempre hay otras…”
…
“La familia feliz”, “La historia de una madre”, “El cuello postizo”, “El lino”,
“El ave fénix”, “El libro mudo”, “Hay diferencia”, “La vieja losa sepulcral”…
“Érase
una vez una poderosa reina que cultivaba en su jardín las flores más bellas de
todas las estaciones del año y de todos los países de la tierra. Sin embargo,
era a las rosas a las que amaba por encima de todas…”
…
“La rosa más bella del mundo”, “La
historia del año”, “¡Absolutamente cierto!”, “El nido de los cisnes”, “Bajo el
sauce”, “La hucha”…
“Alzábase
en el campo una antigua casa solariega, en la que vivían un anciano señor que
tenía dos hijos tan inteligentes, que con la mitad hubieran tenido bastante…”
…
“Hans, el torpe”, “El camino espinoso del honor”…
Y
entre 1858 y 1872 aparecía la serie “Nuevos cuentos e historias de hadas”.
“Había
en la escuela de los pobres, entre los demás niños, una niñita judía, muy buena
y de espíritu vivo, que era la más inteligente de todos. Pero ella no podía
seguir el curso de instrucción religiosa porque estaba en una escuela
cristiana…”
…
“La judía”, “La piedra filosofal”, “La sopa de broquetas”, “El último sueño de
la vieja encina”, “El abecedario”…
“¿Habéis
oído hablar de la niña que anduvo sobre el pan para no ensuciar la suela de sus
zapatos y, por causa de eso, lo pasó tan mal? Su historia se escribió y se
imprimió…”
…
“La niña que anduvo sobre el pan”, “Un trozo de collar de perlas”, “El gallo
del gallinero y el gallo de la veleta”, “Dos hermanos”, “La vieja campana de la
iglesia”…
“Cuando hace un frío tan delicioso como el de
ahora, crujo con fuerza - decía el hombre de nieve -. ¡Cómo anima el viento con
su mordedura! Ya aquél, con sus grandes ojos fijos, cómo mira - era del sol, a
punto de ocultarse, del que hablaba -. No hará que me resquebraje. Sabré
guardar bien mis pedazos…”
…
“El muñeco de nieve”, “La dama de los hielos”, “El molino de viento”, “La moneda
de plata”, “En la habitación de los niños”, “La tetera”…
“Vosotros
conocéis al duendecillo; pero ¿conocéis a la patrona, la esposa del jardinero?
Era una mujer que había leído mucho, sabía versos de memoria y hasta los
escribía con suma facilidad. Solo que la rima, el ‘sonsosete’, como ella decía,
no se le daba bien…”
…
“El duendecillo y la patrona”, “El día de la mudanza”, “La campanilla de las
nieves”, “El cometa”…
“Una
vez los días de la semana quisieron también juerguearse un poco y se reunieron
en un banquete. Sin embargo, cada día se hallaba tan ocupado en el transcurso
del año que no tenía un momento libre. Les hacía falta un día completo libre, y
ése sólo lo tenían una vez cada cuatro años: el día suplementario que se añade
a febrero para poner orden en el almanaque…”
…
“Los días de la semana”, “La historia
del rayo de sol”, “El jardinero y sus amos”, “La llave del portal”…
“Si
se va siguiendo el orden cronológico de estos cuentos, podrá constatarse un
progreso incesante, una incesante clarificación de las ideas, una mayor
ponderación en los recursos empleados y, si me atrevo a decirlo, una vida y un
frescor cada vez mayores”
Los
cuentos de Andersen estaban Inspirados en tradiciones populares y narraciones
mitológicas y venían protagonizados por personajes de la vida diaria, héroes
míticos, animales y objetos inanimados.
El
4 de agosto de 1875 nos dejaba, muy, muy tristemente, el fabuloso Hans
Christian Andersen. Pero nos dejaba también una extraordinaria obra literaria
rebosante de magia.
“La
mayoría de las personas que caminen detrás de mí serán niños, por lo que
mantendré los pasos cortos”
(HANS
CHRISTIAN ANDERSEN)
3 comentarios:
Joooooooo, qué cosas más bonitas escribió!!
O sea, 4 años ya, ¿estás segura?, qué barbaridad, cómo pasa el tiempo..
pues...
¡¡¡FELICIDADES, NOELIO, Y QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS!!!
Era yo..
¿a... caso te crees que no sabía que eras tú, Alicia? Cuatro años, sí, ya ves tú. ¡Gracias, los seguiremos cumpliendo entonces!
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