viernes, 12 de abril de 2013

El fabuloso Hans Christian Andersen

Hoy celebramos con ilusión el cuarto aniversario de El Arca de Noelio. Y, con la misma ilusión, lo hacemos de la mano de nuestro escritor de cuentos favorito: el fabuloso Hans Christian Andersen.

Érase una vez…


En el seno de una humilde familia, nacía el 2 de abril de 1805 en Odense (Dinamarca) un fabuloso niño al que pusieron por nombre Hans Christian Andersen. La madre de Hans era lavandera y su padre un modesto zapatero que tuvo a bien cultivar la imaginación del pequeño contándole fantásticas historias y enseñándole a crear su propio teatro de títeres.

Pero a los once años de edad, Hans perdía a su padre y se veía en la obligación de abandonar la escuela para ponerse a trabajar como aprendiz en diversos oficios artesanales. Más adelante, su madre se volvía a casar y Hans, ya con catorce años de edad, decidía viajar a Copenhague con el fin de labrarse un futuro como cantante de ópera. O quizás como actor.


No alcanzando éxito alguno en ninguna de estas dos disciplinas, sí lograba ser admitido como alumno de danza en el Teatro Real de Copenhague. Jonas Collin, director de dicho Teatro Real, le procuraba entonces una beca regular para sus estudios formales, estudios que el propio Andersen completaba con una autodidacta formación literaria a través de la lectura de ilustres nombres como Goethe, Schiller, Novalis, Hoffman, Shakespeare o Walter Scott…


… que le llevó a escribir un considerable número de poemas y piezas teatrales y a publicar en 1822 el volumen “Ensayos de juventud” (Ungdoms-Forsog) bajo el seudónimo de William Christian Walter, una combinación de su nombre con los de Shakespeare y Scott.


Tras completar su formación en las ciudades danesas de Slagelse y Elsinor, Hans regresaba a Copenhague en 1827, mismo año en el que la revista literaria Kjobenhavsn flyvende Post publicaba su poema “El niño moribundo”. Dos años más tarde era presentado también “Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager”, un cuento fantástico al estilo de Hoffman en forma de poema en prosa,  y la obra de teatro “El amor en la torre de San Nicolás”.

“Viajar es vivir”

Entre los muchos sueños de Hans se encontraba el de visitar otros países. Así que empezó por Alemania, en donde no sólo se dejó maravillar por sus paisajes sino también por los cuentos y leyendas de los también maravillosos hermanos Grimm. A su regreso a Copenhague, Andersen escribía “Siluetas de viaje”, libro en el que recogía sus experiencias en Alemania.

Tras este viaje llegaron otros gracias a la obtención de otra beca. Y así Hans se recorrió París, Suiza, Italia y, de regreso a su país, Viena y Munich.


En 1830 Hans publicaba “Poemas”, en 1831 “Fantasías y bocetos”, en 1832 “Viñetas dirigidas a los poetas daneses” y “Los doce meses del año” (apasionado y romántico canto a la naturaleza) y en 1835 su primera novela, “El improvisador”.

“Mi vida es un cuento maravilloso”

También comenzaba  por aquel entonces Andersen a escribir sus primeros cuentos dirigidos a los niños, alentado en gran medida por Hans Christian Oersted, físico y químico danés y gran amigo personal del escritor.


Pero todas sus esperanzas estaban puestas en su novela “El improvisador”, una especie de autobiografía con la que obtuvo un enorme éxito, haciéndose de ella numerosas ediciones y siendo de inmediato traducida al sueco, al alemán y al inglés.

“Oersted dice que ‘El improvisador’ me hará famoso, pero que estos cuentos me darán la inmortalidad. Como es natural, yo no lo creo”


Él no lo creía pero el resto del mundo sí. Los cuentos de Andersen empezaron a divulgarse rápidamente no sólo por Dinamarca, sino también por Alemania, Suecia, Inglaterra…

Desde este momento, en la literatura danesa ha nacido una nueva prosa. El idioma ha adquirido la gracia, el color y la frescura de la sencillez
(Jen Peter Jacobsen, autor danés)

La posterior obra de Andersen abarcaría novelas como “O.T.” (1836), “Sólo un violinista” (1837) o “Los dos barones” (1848); obras de teatro como “El mulato” (1840) o “La nueva habitación” (1850) y otros preciosos libros de viaje como “El bazar de un poeta” (1842), “En Suecia” (1851), “Una visita a Portugal” (1866)…

“Yo me había dicho a mí mismo, si gano a la lotería, hago un viaje a España; pero no gané, de ese modo no quiso el Señor que obtuviese el dinero, pero un día hizo que mi editor dijese: sus Cuentos ilustrados se han agotado, tenemos ya una edición nueva completa que le da derecho a honorarios. Fue como si del cielo me hubiese llovido la beca para España”


… y “Viaje por España”. En 1862, Hans visitaba nuestro país, en el que permanecía durante un largo período comprendido entre el 4 de septiembre y el 23 de diciembre.

“El mapa nos muestra a España como la cabeza de doña Europa; yo vi su preciosa cara
y no la olvidaré jamás”

La primera edición danesa de “Viaje por España” veía la luz en 1863 y era publicada con el título “I Spanien”. Obtuvo un enorme éxito que llevó a su traducción al alemán y al inglés de manera casi inmediatas.

En 1871 Andersen escribía “Pedro, el afortunado”, su última novela. Fue también autor de un  abundante epistolario, publicado de forma parcial en una docena de volúmenes, así como de una serie de diarios.


También nos dejaba sus memorias en “El cuento de mi vida”. Pero el nombre de Hans Christian Andersen será por siempre asociado a sus cerca de 170 cuentos que fueron apareciendo desde mediados de la década de 1830 hasta 1872.

“La vida de cada hombre es un cuento de hadas
escrito por la mano del señor”


El primer volumen, “Cuentos para contar a los niños”, aparecía en 1835 y contenía títulos clásicos como “El encendedor de yesca”, “Claus el grande y Claus el chico”…

“Érase una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero ésta tenía que ser una verdadera princesa. Viajó por el mundo entero en busca de una, pero siempre había algo que censurar. Princesas no faltaban, mas ¿eran verdaderas princesas?”


… “La princesa y el guisante” o “Las flores de la pequeña Ida”. Y posteriormente fueron apareciendo muchos otros cuentos.


Pulgarcita”, “El niño malo”, “El compañero de viaje”…

“Mar adentro, el agua es tan azul como los pétalos del más bello aciano y claro como el cristal más puro, pero es muy profundo, demasiado profundo, para que ningún ancla pueda llegar al fondo, y serían precisas un gran número de torres de iglesias, puestas las unas sobre las otras, para llegar del fondo a la superficie. Y allí, en aquellas profundidades, es donde viven las sirenas…”


… “La sirenita”, “El traje nuevo del emperador”, “Los chanclos de la felicidad”, “La margarita”…

“Para que el lector supiese a qué atenerse, había titulado mis primeros volúmenes ‘Cuentos para niños’. No eran más que una transcripción de los que yo había contado de viva voz a los pequeños…


… Pero no tardé en percatarme que las más diferentes edades encontraban gusto en ellos. La gente joven se interesaba por el escenario, la gente madura buscaba antes la idea.”

“Había una vez veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, porque habían nacido de una vieja cuchara de plomo. Llevaban el fusil al hombro, la cabeza erguida, y el uniforme, rojo y azul, les sentaba a todos bastante bien…”


… “El soldadito de plomo”, “Los cisnes salvajes”, “El jardín del paraíso”, “El baúl volador”…

“En la última casa de una pequeña ciudad, las cigüeñas habían construído su nido. La madre cigüeña se hallaba en el nido con sus cuatro pequeños, que sacaban sus cabecitas de picos negros, ya que aún no se habían vuelto rojizos…”


… “Las cigüeñas”, “El jabalí de bronce”…

En 1840 era publicado el volumen “Libro de pinturas sin pinturas”.

… “El pacto de amistad”, “Una rosa de la tumba de Homero”, “Ole cierraojos”, “El elfo de las rosas”…

“Había una vez un príncipe pobre. Su reino era muy pequeño, pero, sin embargo, lo suficientemente grande para que él se pudiera casar. Y casarse era lo que más deseaba…”


… “El porquerizo”, “El trigo negro”, “El ángel”…

“Como ya sabéis, en China, el emperador es chino, y chinos son también cuantos le rodean. La historia que os voy a contar es muy antigua; pero precisamente por eso, es por lo que merece la pena de escucharla, antes que se la olvide…”


… “El ruiseñor”, “Los novios”…

“¡Oh, qué tiempo más estupendo hacía en el campo! Era verano. El trigo estaba amarillo; la avena verde, el heno estaba ya almacenado en los almiares y la cigüeña se sostenía sobre sus largas patas rojas y hablaba en egipcio, porque su madre le había enseñado este idioma…”


... El patito feo”, “El abeto”…

“Pues bien, comencemos. Cuando lleguemos al final de esta historia sabremos un poco más que ahora acerca de un geniecillo. Un día estaba de muy buen humor, porque había fabricado un espejo que tenía la propiedad de que todo lo bueno y lo bello que se reflejaba en él disminuía hasta casi desaparecer; en cambio, lo que no valía nada y tenía un aspecto feo resaltaba y se volvía aún más feo…”


… “La reina de las nieves”, “El hada del saúco”, “La aguja de zurcir”, “La campana”, “La abuela”, “El cerro de los elfos”…

“Había una vez una niña muy pequeña y gentil que tenía que ir en el verano con los pies descalzos, porque era muy pobre, y en invierno con zuecos de madera que le hacían mucho daño…”


… “Las zapatillas rojas”, “Los saltadores”, “La pastora y el deshollinador”, “Ogier el danés”…

“Hacía un frío espantoso. Nevaba y comenzaba a oscurecer. Era el último día del año, la víspera de Año Nuevo. En medio de este frío y de esta oscuridad, una muchachita marchaba por la calle con la cabeza al descubierto y los pies descalzos…”


La pequeña cerillera”, “Imagen de Castelsvold”, “Desde una ventana de Vartou”…

“¿Conocéis la historia del farol viejo? No es que sea muy divertida, pero se la puede oír una vez… Era un farol viejo y honrado que había prestado su servicio durante largos, muy largos años y que iba a ser arrumbado…”

… “El viejo farol”, “Las familias de vecinos”, “El pequeño Tuck”, “La sombra”, “La casa vieja”, “La gota de agua”…

“La hoja verde más grande de este país es, sin duda, la hoja de bardana. Si se la pone uno delante es como un delantal, y si se la pone sobre la cabeza, cuando llueve, sirve casi de paragüas: tan grande es. Jamás una bardana crece sola. No; donde crece una, siempre hay otras…”

… “La familia feliz”, “La historia de una madre”, “El cuello postizo”, “El lino”, “El ave fénix”, “El libro mudo”, “Hay diferencia”, “La vieja losa sepulcral”…


“Érase una vez una poderosa reina que cultivaba en su jardín las flores más bellas de todas las estaciones del año y de todos los países de la tierra. Sin embargo, era a las rosas a las que amaba por encima de todas…”


… “La rosa más bella del mundo”,  “La historia del año”, “¡Absolutamente cierto!”, “El nido de los cisnes”, “Bajo el sauce”, “La hucha”…

“Alzábase en el campo una antigua casa solariega, en la que vivían un anciano señor que tenía dos hijos tan inteligentes, que con la mitad hubieran tenido bastante…”

… “Hans, el torpe”, “El camino espinoso del honor”…

Y entre 1858 y 1872 aparecía la serie “Nuevos cuentos e historias de hadas”.

“Había en la escuela de los pobres, entre los demás niños, una niñita judía, muy buena y de espíritu vivo, que era la más inteligente de todos. Pero ella no podía seguir el curso de instrucción religiosa porque estaba en una escuela cristiana…”

… “La judía”, “La piedra filosofal”, “La sopa de broquetas”, “El último sueño de la vieja encina”, “El abecedario”…


“¿Habéis oído hablar de la niña que anduvo sobre el pan para no ensuciar la suela de sus zapatos y, por causa de eso, lo pasó tan mal? Su historia se escribió y se imprimió…”

… “La niña que anduvo sobre el pan”, “Un trozo de collar de perlas”, “El gallo del gallinero y el gallo de la veleta”, “Dos hermanos”, “La vieja campana de la iglesia”…

“Cuando hace un frío tan delicioso como el de ahora, crujo con fuerza - decía el hombre de nieve -. ¡Cómo anima el viento con su mordedura! Ya aquél, con sus grandes ojos fijos, cómo mira - era del sol, a punto de ocultarse, del que hablaba -. No hará que me resquebraje. Sabré guardar bien mis pedazos…”


… “El muñeco de nieve”, “La dama de los hielos”, “El molino de viento”, “La moneda de plata”, “En la habitación de los niños”, “La tetera”…

“Vosotros conocéis al duendecillo; pero ¿conocéis a la patrona, la esposa del jardinero? Era una mujer que había leído mucho, sabía versos de memoria y hasta los escribía con suma facilidad. Solo que la rima, el ‘sonsosete’, como ella decía, no se le daba bien…”

… “El duendecillo y la patrona”, “El día de la mudanza”, “La campanilla de las nieves”, “El cometa”…

“Una vez los días de la semana quisieron también juerguearse un poco y se reunieron en un banquete. Sin embargo, cada día se hallaba tan ocupado en el transcurso del año que no tenía un momento libre. Les hacía falta un día completo libre, y ése sólo lo tenían una vez cada cuatro años: el día suplementario que se añade a febrero para poner orden en el almanaque…”

… “Los días de la semana”,  “La historia del rayo de sol”, “El jardinero y sus amos”, “La llave del portal”…


“Si se va siguiendo el orden cronológico de estos cuentos, podrá constatarse un progreso incesante, una incesante clarificación de las ideas, una mayor ponderación en los recursos empleados y, si me atrevo a decirlo, una vida y un frescor cada vez mayores”


Los cuentos de Andersen estaban Inspirados en tradiciones populares y narraciones mitológicas y venían protagonizados por personajes de la vida diaria, héroes míticos, animales y objetos inanimados.

El 4 de agosto de 1875 nos dejaba, muy, muy tristemente, el fabuloso Hans Christian Andersen. Pero nos dejaba también una extraordinaria obra literaria rebosante de magia.


“La mayoría de las personas que caminen detrás de mí serán niños, por lo que mantendré los pasos cortos”
(HANS CHRISTIAN ANDERSEN)