lunes, 31 de agosto de 2009

120 años de La Dama de Hierro

Este año se conmemora el 120 aniversario de la Torre Eiffel, diseñada por el eminente ingeniero francés Gustave Eiffel. Estructura erigida en París, cerca del río Sena, permanece hoy como un hito de la construcción monumental en hierro forjado.

Como cada siete años desde su inauguración, la Torre Eiffel recibe este año una nueva capa de pintura color bronce. Este proceso requiere casi un año de trabajo a 25 pintores. También un total de sesenta toneladas de pintura, 50 kilómetros de cordaje de seguridad, dos hectáreas de redes de protección, 1.500 brochas, 5.000 discos de abrasión y 1.500 trajes especiales. Además del color que luce hoy en día, durante estos 120 años la Torre ha sido también pintada en rojo veneciano e incluso en colores amarillentos o anaranjados. En los primeros años, el propio Eiffel decidió que, para darle esbeltez, la base se debía pintar en un tono más oscuro que la cúspide, lo que no es el caso actual, pues muestra un tono similar al del bronce y es uniforme.

Alexandre Gustave Eiffel nació en 1832, en el seno de una familia de artesanos parisinos y mercaderes de madera y carbón. La familia, de origen alemán, cambió su apellido (Bonickhausen) por el de Eiffel a principios del siglo XVIII. Gustave salió en 1855 de la Escuela Central de las Artes y Manufacturas. Y en 1864 se instaló por su cuenta como empresario especializado en las estructuras metálicas.

Otros ilustres trabajos de Gustave Eiffel, repartidos por el mundo entero, son el puente de Triana en Sevilla, el puente sobre el Duero en Oporto, el viaducto del Garabit sobre el río Truyère, en Saint-Flour (durante un tiempo el puente más alto del mundo), la estación de Pest en Hungría, la cúpula del Observatorio de Niza y la ingeniosa estructura metálica de la Estatua de la Libertad. Así como varias obras en Sudamérica.

Eiffel dedicó los treinta últimos años de su vida a una fértil carrera de científico estudiando el Túnel aerodinámico. Se empleó también a fondo en encontrar una utilidad a la Torre Eiffel: experiencias sobre la resistencia del aire, estación de observación de meteorología y, sobre todo, antena gigante para la radio naciente. Eiffel murió en 1923, a la edad de 91 años.

Los primeros estudios sobre la ejecución de una torre para la Exposición Universal de París empezaron en 1884, y los trabajos de construcción tuvieron lugar entre 1887 y 1889. La Torre Eiffel fue construída en conmemoración del centenario de la Revolución Francesa. Su diseño resultó elegido entre otras 700 propuestas, debido en parte a la reputación que ya tenía Eiffel como autoridad europea en aerodinámica y en el efecto del viento en altas estructuras de acero. Su visión respecto a la Torre Eiffel fue certera y muchos de los arquitectos de la segunda mitad del siglo XX siguieron sus principios para la construcción de rascacielos con estructuras de acero. Eiffel fue asistido en la construcción de la Torre por los ingenieros Maurice Koechlin y Emile Nouguier y por el arquitecto Stephen Sauvestre. La Torre se salvó de ser destruída después de la Exposición Universal de 1900 al instalar la Armada Francesa una antena de radio en su punto más alto.  

Un total de cincuenta ingenieros y diseñadores, trabajando bajo las órdenes de Gustave Eiffel, hicieron los 5.300 planos a partir de los cuales 100 herreros produjeron las piezas individuales, ensambladas en sitio por 121 hombres. Está hecha de 18.038 piezas, unidas por unos dos millones y medio de remaches. Pesa actualmente unas 10.000 toneladas. Originalmente eran 7.000, antes de que se añadieran la cafetería y otras instalaciones en las plantas intermedias. Está iluminada por 352 proyectores y en su cumbre hay cuatro reflectores giratorios de xénon. Desde el suelo hasta la punta del asta de la bandera, la Torre Eiffel mide 324 metros. Fue la edificación más alta del mundo hasta la construcción del Edificio Chrysler, en Nueva York, en 1930.

La Torre Eiffel fue inaugurada el 31 de Marzo de 1889, día en el que el propio Eiffel subió los 1.710 escalones existentes desde la base hasta el tercer piso de la torre y enarboló la bandera francesa (“La bandera francesa es la única con un asta de más de 300 metros”). La obra fue saludada con 21 salvas de cañón. Fue abierta al público el 15 de Mayo de ese mismo año.

Durante estos 120 años también han ido apareciendo una serie de curiosidades y anécdotas alrededor de la Torre Eiffel que han reforzado aún más su interesante historia.

Eiffel presentó su proyecto a otras ciudades antes que a París, ciudades en las que fue rechazado. Una de ellas fue Barcelona. Antes de ser construída, muchos ya consideraban la Torre como un bárbaro proyecto. Y cuando comenzó su construcción, el compositor Charles Gounod, el escritor Guy de Maupassant, el pintor William Bouguereau y el arquitecto Charles Garnier criticaron fuertemente la obra. Acusaban al proyecto de ser una chimenea negra que opacaría el arte de la ciudad, una montaña de frío metal. Incluso llegaron a firmar un petitorio de protesta. Se cuenta que Guy de Maupassant, uno de los más acérrimos detractores de la Torre, comía todos los días en su restaurante porque “es el único sitio de París desde donde no se ve la Torre”. En 1925, Victor Lustig vendió la Torre Eiffel a un empresario metalúrgico. Luego, se fugó a Austria. Posteriormente, Lustig llevaría a cabo numerosas estafas, entre otros, al mismísimo Al Capone. Lustig acabaría sus días en la prisión californiana de Alcatraz.

Durante la ocupación nazi de París (1940-44), la Torre se utilizó para la difusión de la televisión alemana. Prácticamente nada más llegar a París, unos soldados alemanes subieron una esvástica y la pusieron en la cima de la Torre. Por culpa de su excesivo tamaño, el viento se la llevó al poco tiempo, siendo sustituida por una más pequeña. Poco antes de la toma de París por los nazis, alguien cortó los cables de los ascensores, de manera que si Hitler quería subir al punto más alto de la Torre tuviera que hacerlo andando. No fue posible encontrar un recambio para dichos cables debido a la guerra y Hitler no intentó subir en las escasas seis horas que pasó en París. En Agosto de 1944, poco antes de la liberación de París, Hitler ordenó a su gobernador militar Dietrich von Choltitz (alemán, pero con antepasados franceses) demoler la Torre, así como arrasar el resto de la ciudad. Choltitz desobedeció a Hitler.

La Torre Eiffel ha funcionado siempre como un regio cartel. Entre los años 20 y 30, la Torre lucía un enorme anuncio luminoso de Citroen en cada una de sus cuatro caras. Fue el anuncio luminoso más grande de su tiempo. Durante la ocupación alemana, cargó con insignias y carteles que celebraban la victoria del invasor. Y en 1979, Greenpeace colgó en ella carteles en pos de salvar a las ballenas.

El monumento francés atrajo a algunas personalidades conocidas, así como a amigos del propio Eiffel, como su colega estadounidense Thomas Edison. También ha sido el centro de atención de numerosos cantantes. El 25 de Septiembre de 1962, el productor Darryl F. Zanuck, para el lanzamiento de la película “El día más largo”, organizó un espectáculo musical de grandes dimensiones en París. En esta ocasión, Édith Piaf, acompañada por 1.500 cohetes de fuegos artificiales, cantó desde el primer piso de la torre delante de 25.000 parisinos. En 1966, para el lanzamiento de la campaña mundial contra el hambre, Charles Aznavour y George Brassens cantaron también allí. Y el 14 de Julio de 1995 fue el turno de Jean-Michel Jarre para dar un concierto a los pies de la Torre Eiffel con motivo de la celebración del 50 aniversario de la UNESCO, ante más de un millón de espectadores.

Cerca del extremo de la Torre se conservan unas habitaciones en las que vivió el propio Gustave Eiffel. Y, repartidas por todo el mundo, existen al menos 17 reproducciones de la Torre Eiffel. La más grande mide 165 metros y está en Las Vegas. La más pequeña mide 3 metros y está en París, Michigan.

Y es que, con dos millones de visitantes en el primer año y casi seis millones anuales, la Dama de Hierro ya ha dado la bienvenida a más de doscientos millones de personas.

¿Debe asumirse que, a causa que somos ingenieros, la belleza no nos importa, y que mientras hacemos nuestras construcciones fuertes y durables, no procuramos también hacerlas elegantes? ¿No es acaso cierto que las genuinas condiciones de la fortaleza siempre cumplen las secretas condiciones de la armonía?
(Gustave Eiffel)

sábado, 15 de agosto de 2009

Por ser la Virgen de la Paloma

La Virgen de la Paloma ha gozado siempre de gran devoción popular. Es una de las tradiciones más arraigadas en Madrid.

Se cuenta que, a finales del siglo XVIII, en 1787, Andrea Isabel Tintero veía a unos niños jugando con un lienzo, una imagen que representa a la Virgen y que encuentran los niños en un corral que había en la Calle de la Paloma. Isabel les cambia la pintura por unas monedas, la hace reparar y la coloca en el portal de su casa, también en la Calle de la Paloma. Su devoción se va extendiendo por el vecindario y pronto el cuadro está siempre iluminado con velas, farolillos y lámparas. Incluso se hace costumbre que las madres lleven a sus recién nacidos ante la Virgen (tradición que aún se mantiene). A tal Virgen se le atribuyen una serie de milagros y su culto se extiende rápidamente llegando incluso a la Casa Real. Se dice que María Luisa de Parma (esposa de Carlos IV de España) fue muy devota de esta imagen.

Al quedarse pequeño el portal para la cantidad de gente que acude, Isabel decide utilizar una habitación de su propia casa, pero aún así no es suficiente y se inician los trámites para levantar una pequeña capilla en un erial de la misma calle. Realiza este proyecto Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez, concluyéndose la capilla en 1795. Isabel es nombrada sacristana y administradora de la capilla, en donde se acondiciona un cuarto para que viva ahí. Cuando se produce la invasión francesa, es la propia Isabel quien esconde el cuadro y las joyas de la Virgen durante la ocupación.

Tras la muerte de Isabel en 1813, el culto sigue creciendo y la capilla se queda pequeña. En 1891 se convierte en la parroquia de San Pedro el Real, pero se considera que el edificio está en malas condiciones y se levanta una nueva iglesia entre 1896 y 1911, según planos de Lorenzo Álvarez Capra, que se inaugura en 1912. La iglesia es de estilo neomudéjar con elementos góticos y la planta es de cruz latina. Sobre el altar mayor se sitúa el cuadro de la Virgen de la Paloma, donde desde entonces y hasta ahora se encuentra dicha imagen, posiblemente la Virgen más querida de Madrid.


Según algunos estudiosos, el cuadro reproducía una talla de la Virgen de la Soledad, realizada por el pintor y escultor Gaspar Becerra. Otros autores sostienen que es el retrato de una monja, hecho por su padre, antes de entrar en clausura. Hay quienes funden ambas teorías en una sola y dicen que el pintor renacentista hizo un cuadro a la Virgen de la Soledad teniendo como modelo a una monja. Recientemente, una serie de investigadores apuntan que la imagen sería obra de Alonso Cano o alguno de sus discípulos.

La Paloma no es patrona de Madrid, pero reina plenamente en muchos corazones humildes que habitan la Villa
(Francisco Azorín, arquitecto y político español)

Hoy, 15 de Agosto, fecha que coincide con la Asunción de María, se celebra la misa solemne en la iglesia, procediendo los bomberos de Madrid (de cuyo cuerpo es patrona) a descolgar el cuadro de su emplazamiento para iniciar una procesión, de la que los bomberos forman guardia de honor. Una vez finalizada la procesión, los propios bomberos la vuelven a colocar en su lugar.

Hasta 1936, se sacaba a la Virgen en una carroza de la Cofradía Sacramental de San Isidro. A partir de 1939, comienzan a llevarla en un coche de bomberos, adornado con mantones de Manila y, desde entonces, los bomberos tiene a gala bajar y subir el cuadro al tiempo de la procesión, y darle escolta de honor por todo el recorrido. En 1956 se mandó construir la carroza que continúa en la actualidad, que fue costeada por suscripción popular y a la que se le han hecho algunos arreglos desde entonces.

Los “manolos”, los “majos” y los “chisperos”, prototipos de los madrileños de siglos pasados, conforman el casticismo de aquella época que señoreaban los diferentes barrios madrileños: Lavapiés, Maravillas y Chamberí. Todos ellos son también conocidos popular y castizamente como “chulapos” y “chulapas”.

Los “manolos” dominaban el barrio de Lavapiés y expandían el casticismo de la “manolería” por todas sus calles y plazas. Aristócratas de lo popular y de carácter fanfarrón, se dedicaron a oficios que no llevaran implícito demasiado sometimiento. Fueron aguadores, caleseros y soguillas, y amantes de los amoríos sin complicaciones.

Los “majos” habitaban el bario de Maravillas, hoy Malasaña, y eran más tranquilos y gustaban de fiestas más sosegadas. Contaban con empleos de horas fijas: zapateros, carpinteros, sacristanes… Solían guardar las apariencias y sus amores muchas veces eran de “tapadillo”.

Los “chisperos” o “herreros” eran los trabajadores de las herrerías situadas por aquel entonces en la actual zona de las Salesas y alrededores. Además de conocer los secretos de la fragua, supieron trabajar muy bien la madera, además de ser aficionados a la tauromaquia. También fueron sobresalientes guardaespaldas de políticos, chulitos de taberna y garitos de mala fama y dominadores del desparpajo y la chulería. Se hicieron querer por algunas de las más hermosas mujeres de la aristocracia madrileña.

Las Fiestas de la Paloma, durante muchos años, tuvieron un marcado carácter vecinal, con los vecinos celebrando sus propias verbenas en los patios de sus corrales o en solares cercanos. Allí bailaban a ritmo del chotis y el pasodoble.

En las “Fiestas de la Virgen de la Paloma”, la fiesta religiosa propiamente dicha pasó pronto a estar acompañada de una fiesta popular, la Verbena de la Paloma, la verbena más famosa y castiza de Madrid, que tomó verdadera importancia a partir de 1875.

El cronista madrileño Pedro de Répide comenta que, a pesar de no ser la más antigua, era de las más importantes por la cantidad de madrileños que la visitaban en los años veinte. Prueba de su popularidad fue su elección como escenario de una de las zarzuelas más famosas, con música de Tomás Bretón y libreto de Ricardo de la Vega: “La verbena de la Paloma”, estrenada el 17 de Febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid. El maestro Bretón compuso la partitura en tan sólo diecinueve días. La obra consiguió un éxito rotundo, por lo que rápidamente fue incorporada en el repertorio de casi todas las compañías de género lírico que entonces actuaban en España. Pronto viajó a América y, con tal éxito, que en Buenos Aires llegó a ser representada de forma simultánea en cuatro teatros diferentes.

Hoy, transcurridos más de 110 años desde la noche de su estreno, su música y letra continúan teniendo la misma lozanía de aquella noche triunfal. Y sus personajes – Julián, Señá Rita, Don Hilarión, Casta y Susana – siguen vivos en el recuerdo del pueblo de Madrid, que cada año revive en las Fiestas de la Paloma su historia de amores y celos.

En más de una ocasión, he tenido la suerte de disfrutar en Madrid del día 15 de Agosto y su Festividad de la Paloma. Si no habéis estado nunca, yo os lo recomiendo. Por eso, desde aquí, quiero dedicar este post a la madre más madrileña que yo conozco, la mía, que fue quien me descubrió esta celebración y también la que me aficionó al género chico, la zarzuela, y en particular a “La verbena de la Paloma”. Va por ti, Lalala.

jueves, 6 de agosto de 2009

Las geniales hermanas Gilda

Me acabo de comprar un libro. Vosotros diréis “Pues vaya, eso lo hace mucha gente”. Pero a lo mejor los demás no se acaban de comprar “este” libro:


Ahora vosotros diréis: “¡Pero si parecen las hermanas Gilda!”. Y son las hermanas Gilda. O eran, porque ni siquiera yo las conocí así.

Éstas eran mis hermanas Gilda:


Éstas también eran las Gilda de mis tebeos:


Eso no quiere decir que no haya alguien que las recuerde de esta manera:


Y es que nuestras queridas hermanas Gilda acaban de cumplir 60 años. Lo que no sé es si cada una de ellas o entre las dos, con lo cual tendrían 30 años cada una. Bueno, que se repartan los años como ellas quieran. Que para eso son las homenajeadas.

El 6 de Mayo del presente año, Ediciones B publicó, con una tirada inicial de 5.000 ejemplares, y en su colección de Super Humor, el libro que yo me acabo de comprar. Es una excelente selección de las historietas de estas genuinas hermanas. Y un recorrido por sus viñetas que permite al lector recordar o descubrir el humor costumbrista y surrealista, en la época española de la posguerra, en la piel de Leo y Herme.

"Las historietas de las Gilda reflejan la sociedad de la época, vista de manera irónica, y poner en valor la categoría de dibujo y narración de Vázquez. Las hermanas Gilda y la Familia Cebolleta son las dos historias que mejor reflejan, aunque con un sentido del humor exagerado, la realidad española de posguerra"
(Antonio Guiral, especialista en cómic y autor del prólogo del volumen)

Este volumen de las hermanas Gilda contiene páginas en blanco y negro, bitono y color. Las más abundantes son las de la segunda etapa de los personajes, allá por 1967, en la que las hermanas ya adquieren el aspecto visual con que las recordamos la mayoría. Y en este volumen se recopilan desde los años 40 a los 70, de tal manera que podemos ser testigos de la evolución de estos personajes.

“Volver a publicar la serie de las hermanas Gilda era una asignatura pendiente que debíamos a nuestro padre. En Internet siguen apareciendo ventas de ejemplares, aunque pocos y en muy mal estado. Las hermanas Gilda admiten varias lecturas.
Los niños se ríen con sus ocurrencias exageradas y los adultos pueden leer entre líneas cómo era la sociedad española de entonces, qué dicen los personajes o por qué se llamaban así
(Victoria y Manolo Vázquez, hijos del humorista y dibujante)

Las hermanas Gilda surgieron dentro de la corriente de personajes cómicos que, a su manera, testimoniaban la actualidad social española llevada a las esferas del absurdo.

Aparecieron por primera vez en 1949 y, más concretamente, en el número 96 de la revista Pulgarcito. Exactamente éste:


Y, posteriormente, en otras publicaciones de Bruguera, como Gran Pulgarcito o el DDT. Las historietas de las hermanas Gilda nos contaban las peripecias de dos hermanas solteras. Una, Leovigilda, era larguirucha, delgada, dominante y casi siempre de mal humor. La otra, Hermenegilda, era bajita, regordeta e ingenua. Y perseguía incansablemente un marido. La convivencia entre ellas, que sólo tenían en común el ser poco agraciadas, era una continua fuente de conflictos.

“Compartieron con Zipi y Zape y Doña Tula de Escobar, el tanque con que el pesimismo de posguerra amenazaba los cimientos mismos de la más alta institución básica: la familia… Vázquez manejó a sus dos personajes creando un sinfín de situaciones caóticas”
(Terenci Moix)

Con las hermanas Gilda se percibe una precisa realidad social, con sus frustraciones, iras e ilusiones, al tiempo que disfrutamos del maravilloso mundo gráfico de Vázquez.

Manuel Vázquez, para mí un genio, creó a esta pareja de hermanas cuando contaba 19 años de edad. Nacido en 1930, es uno de los autores básicos de la historieta española. Creador de innumerables personajes, entre otros, Heliodoro Hipotenuso, Ángel Síseñor, Angelito (Gugú), La abuelita Paz, La Familia Churumbel, Anacleto, agente secreto o la genial Familia Cebolleta, estuvo ligado principalmente a la editorial Bruguera, junto con Cifré, Escobar e Ibáñez, y entretuvieron y entretienen a varias generaciones desde mediados del siglo pasado. Tristemente, Vázquez nos dejaba en 1995. Después de leer esta enumeración de algunos de sus múltiples personajes, es evidente que no nos va a dejar nunca.

De las hermanas Gilda se han llegado a sacar figuras de yeso, peluches, delantales e incluso un teatrillo de papel. Y un sello de correos. Sí, sí, aquí lo podéis comprobar:


Las historietas de las hermanas Gilda han tenido anteriormente su publicación en distintos recopilatorios de la editorial Bruguera, como el número 9 de la Colección Olé titulado “Las hermanas Gilda y sus locuelas peripecias” o la selección publicada en el año 1985 en la colección Genios de la Historieta nº1. Miradlos:


“Soy más humorista que dibujante. Si de verdad eres humorista, en todas las cosas de la vida cotidiana ves, sin forzarte, una situación de humor. Aunque a veces vaya en contra mía, no lo puedo evitar. Para dibujar en humor no valen técnicas especiales. Además, cuanta menos técnica, más suelta queda, más espontáneo y más gracioso. Tampoco me gusta hacer primero el guión y luego dibujarlo. Lo importante es partir de una simple idea y arrancar; luego, el final, lo resuelves chiste del último cuadro”
(Manuel Vázquez, 1981)