sábado, 15 de agosto de 2009

Por ser la Virgen de la Paloma

La Virgen de la Paloma ha gozado siempre de gran devoción popular. Es una de las tradiciones más arraigadas en Madrid.

Se cuenta que, a finales del siglo XVIII, en 1787, Andrea Isabel Tintero veía a unos niños jugando con un lienzo, una imagen que representa a la Virgen y que encuentran los niños en un corral que había en la Calle de la Paloma. Isabel les cambia la pintura por unas monedas, la hace reparar y la coloca en el portal de su casa, también en la Calle de la Paloma. Su devoción se va extendiendo por el vecindario y pronto el cuadro está siempre iluminado con velas, farolillos y lámparas. Incluso se hace costumbre que las madres lleven a sus recién nacidos ante la Virgen (tradición que aún se mantiene). A tal Virgen se le atribuyen una serie de milagros y su culto se extiende rápidamente llegando incluso a la Casa Real. Se dice que María Luisa de Parma (esposa de Carlos IV de España) fue muy devota de esta imagen.

Al quedarse pequeño el portal para la cantidad de gente que acude, Isabel decide utilizar una habitación de su propia casa, pero aún así no es suficiente y se inician los trámites para levantar una pequeña capilla en un erial de la misma calle. Realiza este proyecto Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez, concluyéndose la capilla en 1795. Isabel es nombrada sacristana y administradora de la capilla, en donde se acondiciona un cuarto para que viva ahí. Cuando se produce la invasión francesa, es la propia Isabel quien esconde el cuadro y las joyas de la Virgen durante la ocupación.

Tras la muerte de Isabel en 1813, el culto sigue creciendo y la capilla se queda pequeña. En 1891 se convierte en la parroquia de San Pedro el Real, pero se considera que el edificio está en malas condiciones y se levanta una nueva iglesia entre 1896 y 1911, según planos de Lorenzo Álvarez Capra, que se inaugura en 1912. La iglesia es de estilo neomudéjar con elementos góticos y la planta es de cruz latina. Sobre el altar mayor se sitúa el cuadro de la Virgen de la Paloma, donde desde entonces y hasta ahora se encuentra dicha imagen, posiblemente la Virgen más querida de Madrid.


Según algunos estudiosos, el cuadro reproducía una talla de la Virgen de la Soledad, realizada por el pintor y escultor Gaspar Becerra. Otros autores sostienen que es el retrato de una monja, hecho por su padre, antes de entrar en clausura. Hay quienes funden ambas teorías en una sola y dicen que el pintor renacentista hizo un cuadro a la Virgen de la Soledad teniendo como modelo a una monja. Recientemente, una serie de investigadores apuntan que la imagen sería obra de Alonso Cano o alguno de sus discípulos.

La Paloma no es patrona de Madrid, pero reina plenamente en muchos corazones humildes que habitan la Villa
(Francisco Azorín, arquitecto y político español)

Hoy, 15 de Agosto, fecha que coincide con la Asunción de María, se celebra la misa solemne en la iglesia, procediendo los bomberos de Madrid (de cuyo cuerpo es patrona) a descolgar el cuadro de su emplazamiento para iniciar una procesión, de la que los bomberos forman guardia de honor. Una vez finalizada la procesión, los propios bomberos la vuelven a colocar en su lugar.

Hasta 1936, se sacaba a la Virgen en una carroza de la Cofradía Sacramental de San Isidro. A partir de 1939, comienzan a llevarla en un coche de bomberos, adornado con mantones de Manila y, desde entonces, los bomberos tiene a gala bajar y subir el cuadro al tiempo de la procesión, y darle escolta de honor por todo el recorrido. En 1956 se mandó construir la carroza que continúa en la actualidad, que fue costeada por suscripción popular y a la que se le han hecho algunos arreglos desde entonces.

Los “manolos”, los “majos” y los “chisperos”, prototipos de los madrileños de siglos pasados, conforman el casticismo de aquella época que señoreaban los diferentes barrios madrileños: Lavapiés, Maravillas y Chamberí. Todos ellos son también conocidos popular y castizamente como “chulapos” y “chulapas”.

Los “manolos” dominaban el barrio de Lavapiés y expandían el casticismo de la “manolería” por todas sus calles y plazas. Aristócratas de lo popular y de carácter fanfarrón, se dedicaron a oficios que no llevaran implícito demasiado sometimiento. Fueron aguadores, caleseros y soguillas, y amantes de los amoríos sin complicaciones.

Los “majos” habitaban el bario de Maravillas, hoy Malasaña, y eran más tranquilos y gustaban de fiestas más sosegadas. Contaban con empleos de horas fijas: zapateros, carpinteros, sacristanes… Solían guardar las apariencias y sus amores muchas veces eran de “tapadillo”.

Los “chisperos” o “herreros” eran los trabajadores de las herrerías situadas por aquel entonces en la actual zona de las Salesas y alrededores. Además de conocer los secretos de la fragua, supieron trabajar muy bien la madera, además de ser aficionados a la tauromaquia. También fueron sobresalientes guardaespaldas de políticos, chulitos de taberna y garitos de mala fama y dominadores del desparpajo y la chulería. Se hicieron querer por algunas de las más hermosas mujeres de la aristocracia madrileña.

Las Fiestas de la Paloma, durante muchos años, tuvieron un marcado carácter vecinal, con los vecinos celebrando sus propias verbenas en los patios de sus corrales o en solares cercanos. Allí bailaban a ritmo del chotis y el pasodoble.

En las “Fiestas de la Virgen de la Paloma”, la fiesta religiosa propiamente dicha pasó pronto a estar acompañada de una fiesta popular, la Verbena de la Paloma, la verbena más famosa y castiza de Madrid, que tomó verdadera importancia a partir de 1875.

El cronista madrileño Pedro de Répide comenta que, a pesar de no ser la más antigua, era de las más importantes por la cantidad de madrileños que la visitaban en los años veinte. Prueba de su popularidad fue su elección como escenario de una de las zarzuelas más famosas, con música de Tomás Bretón y libreto de Ricardo de la Vega: “La verbena de la Paloma”, estrenada el 17 de Febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid. El maestro Bretón compuso la partitura en tan sólo diecinueve días. La obra consiguió un éxito rotundo, por lo que rápidamente fue incorporada en el repertorio de casi todas las compañías de género lírico que entonces actuaban en España. Pronto viajó a América y, con tal éxito, que en Buenos Aires llegó a ser representada de forma simultánea en cuatro teatros diferentes.

Hoy, transcurridos más de 110 años desde la noche de su estreno, su música y letra continúan teniendo la misma lozanía de aquella noche triunfal. Y sus personajes – Julián, Señá Rita, Don Hilarión, Casta y Susana – siguen vivos en el recuerdo del pueblo de Madrid, que cada año revive en las Fiestas de la Paloma su historia de amores y celos.

En más de una ocasión, he tenido la suerte de disfrutar en Madrid del día 15 de Agosto y su Festividad de la Paloma. Si no habéis estado nunca, yo os lo recomiendo. Por eso, desde aquí, quiero dedicar este post a la madre más madrileña que yo conozco, la mía, que fue quien me descubrió esta celebración y también la que me aficionó al género chico, la zarzuela, y en particular a “La verbena de la Paloma”. Va por ti, Lalala.

3 comentarios:

Cuenquita dijo...

¡¡INTERESANTÍSIMO!! No me sabía yo toda la historia. Ni toda ni ninguna, la verdad. Este año estuve la víspera del 15 en la verbena de las Vistillas, que se supone que es la de la Paloma ¿no?
Si el año que viene ando por Madrid ese día, intentaré disfrutar de la fiesta. Y a lo mejor me encuentro con la bloguista, y mira tú qué sorpresa...

Noelio dijo...

Pues sí, Cuenquita, estuviste en una víspera de la fiesta.
Vale, si el año que viene estamos en Madrid el día 15, quedamos y hacemos el número del Julián y la Susana. Que yo aún me lo sé.
Y de propina, el de la Mari Pepa y el Felipe, de "La revoltosa", que también me acuerdo y, además, también es en una verbena.
¡Viva La Paloma!

Jose de Manila dijo...

Hombre, pues yo voy a poner la nota discordante en este post, hombre.
Pero no mucho, porque no soy contrario a las fiestas populares, simplemente no las practico, y nunca sé si el 15 de agosto es la Paloma o la Gaviota, y me acabo de enterar de que el 9 de noviembre es fiesta, pero no sé si es la Inmaculada o la Almudena. Vivo en Madrid, me encanta Madrid, conozco muy bien Madrid y disfruto Madrid. Pero toda la gente en la calle y vestida de otras épocas siempre me han dado mucha risa, y no voy a esas fiestas. Pero que vivan por muchos años,faltaría más.
Y tampoco soy experto en zarzuela, pese a que me las conozco casi todas por razones familiares. Si que sé que Bretón, cuando se retiró, montó un café en Logroño donde te dejan jugar al Trivial, muy cerca de la casa de mi hermana (en Logroño todo está muy cerca de la casa de mi hermana). Y también sé que Chueca, cuando dejó de componer, construyó en Madrid un barrio gay, que es uno de los que más me gustan y frecuento, aunque yo no soy gay, pero hay gente que piensa que sí, y a mí me da igual, porque conzoco a muchos gays y me parecen iguales que yo pero en gay.
¿Aporta algo al mundo este comentario mío tan así? No. Pero recibe un saludo, emperatriz de Lavapiés.