miércoles, 31 de octubre de 2012

Celebrando los frescos de la Capilla Sixtina

Cinco siglos después de su ejecución sigue siendo una obra indiscutible. Es eterna. El tiempo no pasa para ella y a muy pocas obras les ocurre algo así, quizá sólo a piezas de la antigüedad clásica como la Victoria de Samotracia o los mármoles de Fidias
(Artur Ramon, galerista e historiador del arte)


Hoy celebramos en El Arca de Noelio una de las mayores creaciones artísticas de la historia. Hace hoy cinco siglos, el 31 de Octubre de 1512, Michelangelo Buonarroti finalizaba los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina, una obra artística realmente extraordinaria.


En 1505, el Papa Julio II llamaba a Miguel Ángel a Roma con el objetivo de confiarle la ejecución de su magnífico mausoleo. Interrumpido en su trabajo en varias ocasiones, en 1508 Miguel Ángel se desplazaba a Florencia, Carrara y Pietrasanta con el fin de conseguir el mármol necesario para dicho encargo.

Estando Miguel Ángel de vuelta en Roma y opinando el papa que no debía terminar por el momento su sepultura, le mandó llamar para que pintara la bóveda de la capilla. Miguel Ángel, que quería acabar la sepultura, estimando que pintar la bóveda de dicha capilla era un trabajo largo y difícil y considerando su poca práctica en los colores, buscó por todos los medios descargarse de este peso, recomendando a Rafael para este trabajo.
Pero cuanto más lo rehuía, el papa más lo deseaba…
(Giorgio Vasari, arquitecto, pintor y escritor italiano)

La bóveda de la Capilla Sixtina tenía una superficie de 500 metros cuadrados y en ella había ya pintado un cielo estrellado que Miguel Ángel debía sustituir por modelos geométricos y los doce apóstoles.

“La pintura me parece mejor en tanto se parece a la escultura y la escultura me parece peor en la medida que se acerca a la pintura… Ésta no es mi profesión y pierdo el tiempo sin resultado alguno. Que Dios me ayude”

Aceptando a regañadientes el encargo, Miguel Ángel presentó a Julio II un proyecto muy trabajado en cuanto a temas y a concepción figurativa, ofreciendo una estructura de conjunto en la que pintura y arquitectura se encontraban inseparablemente unidas.


Además, el proyecto del artista incluía más de 300 figuras. En lugar de los apóstoles, Miguel Ángel pintó a siete profetas y cinco sibilas que, junto a muchas otras figuras, flanquean nueve historias del Antiguo Testamento.







Los profetas y las sibilas aparecen sentados en tronos de piedra pintados, estudiando libros y pergaminos, o bien redactando sus visiones.

“Vivo muy preocupado y paso muchas fatigas. No tengo amigos, ni tampoco los deseo. Tampoco tengo el tiempo suficiente para comer el mínimo necesario”
(Miguel Ángel a su hermano Buonarroto, 1509)

El Diluvio Universal. 1509

La creación de Eva. 1509-10

La creación de Adán. 1510

La creación de los astros. 1510-11

La creación del mundo. 1511

Tras pasar cuatro solitarios años sobre un andamio que él mismo construyó y tras la irritante lucha contra la presión impaciente del papa, Miguel Ángel hizo entrega oficial de su gran obra.


La Capilla Sixtina fue erigida por encargo del Papa Sixto IV y bautizada con su nombre. Aunque esta sala santa servía como lugar de reunión de los cardenales, estaba destinada a realizar los nombramientos de los pontífices y a oficiar misas solemnes. Sixto IV hizo decorar con frescos la capilla entre 1481 y 1483, contratando para ello los servicios de los pintores más importantes de la época: Boticelli, Perugino, Signorelli, Cosimo Roselli y Ghirlandaio, el primer maestro de Miguel Ángel, entre otros. En los muros laterales se pintaron dos series dedicadas a Moisés y a Jesús. Encima de ellas, entre las ventanas, aparecen retratos de los papas más importantes.


Entre 1508 y 1512 pintaba Miguel Ángel la bóveda de la Capilla Sixtina por encargo del Papa Julio II. Varios años después, en el período comprendido entre 1536 y 1541 y esta vez por encargo de Pablo III, completaba Miguel Ángel su magistral obra pintando en la pared del altar El Juicio Universal.

Expresó todo lo que el arte puede expresar de un cuerpo humano,
sin omitir un gesto o un movimiento
(Ascanio Condivi, discípulo y biógrafo de Miguel Ángel)


. Entender la pintura. Miguel Ángel. Ediciones Orbis, S.A. (1989)
. Miguel Ángel Buonarroti. Alexandra Grömling. KÖNEMANN (2000)

2 comentarios:

Alicia dijo...

Maravilloso, esta vez es normal que no haya comentarios: poco se puede decir..

Noelio dijo...

Precioso comentario, Alicia, ¡gracias!