martes, 21 de agosto de 2012

El fantástico mundo de Emilio Salgari

Apartarme de mis fantasías sería quitarme
la razón lógica de mi existencia


Nacido en Verona el 21 de Agosto de 1862 en una familia de la pequeña burguesía, Emilio Carlo Giussepe Maria Salgari fue en su juventud lector de Julio Verne y admirador de Alejandro Dumas y de Edgar Allan Poe.

Salgari iniciaba sus estudios en el Instituto técnico y naval de Venecia, si bien no llegó a terminarlos limitándose sus viajes por mar a breves períodos de navegación en un barco escuela y a servicios prestados a bordo de un mercantil que recorría la costa Adriática y parte del Mediterráneo.


De regreso a Verona, y con apenas 21 años, comenzaba a publicar en los periódicos relatos de aventuras que con el tiempo se convertirían en sus primeras novelas.

"I selvaggi della Papuasia" (1883), La favorita de Mahdi” (1887),
Dos mil leguas por debajo de América” (1888)...


En 1892, Salgari contraía matrimonio con la actriz de teatro Ida Peruzzi trasladándose entonces a Turín donde continuó escribiendo un sinfín de novelas.


La cimitarra de Buda” (1892), “Los pescadores de ballenas” (1894), El continente misterioso” (1894), “Los misterios de la jungla negra” (1895), El rey de la montaña” (1895), “Los dramas de la esclavitud” (1896)…

“En cuanto se percató de la maniobra de los dos barcos sospechosos, contra los cuales no podía competir en velocidad, el junco se paró enarbolando un gran estandarte.
Al ver el estandarte, Sandokán dio un salto hacia delante.
- La bandera del rajá Brooke, el exterminador de los piratas – gritó, con un indescriptible acento de odio.
- ¡Cachorros! ¡Al abordaje! ¡Al abordaje!”
(Los tigres de Mompracem)


… “Los tigres de Mompracem” (1896), “El rey de la pradera” (1896), “El capitán de Djumna” (1897), “Los horrores de las Filipinas” (1897), “La ciudad de oro” (1898)…

“Entretanto la nave seguía aproximándose, a pesar del huracán. Parecía un inmenso pájaro marino volteando sobre el mar tempestuoso. Salvaba intrépidamente la cresta de las olas, desapareciendo casi por completo, para volver a mostrarse a la incierta luz crepuscular”
(El Corsario Negro)


… “El Corsario Negro” (1898), “La capitana del Yucatán” (1899), “Sandokán, el tigre de la Malasia” (1900), “La montaña de oro” (1901), “La Flor de las Perlas” (1901)…


… “La reina de los caribes” (1901), “La montaña de luz” (1902), “En el mar de las perlas” (1903), “La perla del Río Rojo”, “Los hijos del aire” (1904)…

“Ambos caballeros combatían con igual denuedo, cubriendo al mismo tiempo las cabezas de sus cabalgaduras para no quedar desmontados inopinadamente.
El capitán aventurero atacaba con ardor, con saña, maldiciendo de todo, por no perder la costumbre, bien fuera para amedrentar o para insultar al turco, y afirmaba que le partiría en dos mitades igual que si de un sapo se tratase”
(El Capitán Tormenta)


… “Los dos tigres” (1904), “La hija del Corsario Negro” (1905),
El Capitán Tormenta” (1905)…

“Desapareció tras una serie de experimentos que no contentaron a nadie y disgustaron a todos. Era aquella una hermosa utopía que en la práctica no podía dar resultado alguno, resolviéndose, al cabo, en una especie de esclavitud. Así, hemos vuelto a lo viejo, y hoy hay pobres y ricos, dependientes y patronos, como miles de años antes, como ocurrió desde que el mundo comenzó a poblarse”
(Las maravillas del 2000)


… “La estrella de la Araucania (1906), “Las maravillas del 2000” (1907), “A la conquista de un imperio” (1907), “La venganza de Sandokán” (1907), “Las águilas de la estepa” (1907)…


… “Cartago en llamas” (1908), “El hijo del Corsario Rojo” (1908), "La reconquista de Mompracem” (1908), “En las fronteras del Far-West” (1908),  “Los últimos filibusteros” (1908)…

“A diferencia de las demás damas, anhelosas de joyas - que los sultanes, por aquella época victoriosos de continuo, luego de haber entrado a saco en provincias y reinos distribuían a diestro y siniestro, con la generosidad propia de los grandes ladrones, - aquella muchacha no lucía ningún adorno de este tipo ni tan siquiera en las orejas, muñecas o cuello. Por el contrario, colgaba de su faja una cimitarra cuya empuñadura y vaina estaban adornadas con zafiros y esmeraldas”
(El león de Damasco)


…“El león de Damasco” (1910), “Dos abordajes” (1910),
El falso brahmán” (1911), I predoni del gran deserto” (1911), La caída de un imperio” (1911)…


Además de la escritura, Emilio Salgari tenía otra gran pasión: dibujar, ya que le ayudaba a contar mejor sus historias. Tenía cajas llenas de dibujos de barcos, batallas navales, mapas de países... y le gustaba dibujar el viento porque "era como dibujar la libertad, la fuerza, la vida, hacer visible lo invisible".

Su contrato con las editoriales le comprometía a escribir tres novelas al año, no del todo bien remuneradas, sin embargo, por lo que hubo de meterse en otros proyectos publicándolos bajo seudónimo para poder ganar unos ingresos extra. El demencial ritmo de trabajo del escritor y la continua miseria llevaron a su mujer a una fuerte crisis nerviosa por la que tuvo que ser ingresada en un psiquiátrico estatal ante la imposibilidad económica de afrontar uno privado.


Un triste 15 de Abril de 1911, tras dejar escritas tres cartas dirigidas a sus editores, a los lectores y a sus hijos, Emilio Salgari se quitaba la vida.

Al mundo literario le dejaba más de 80 novelas largas, medio centenar de novelas cortas y relatos y decenas de cuentos y artículos repletos de aventuras, con héroes románticos y audaces, en las selvas y en los mares y en paisajes exóticos poblados de animales salvajes.

Ayudó a generaciones enteras de lectores a afrontar la relación entre arte y vida, entre máscara y rostro, entre lo que somos y lo que querríamos ser: siempre jóvenes, heroicos y enamorados, como sus legendarios piratas
(Ernesto Ferrero, escritor y crítico italiano)

2 comentarios:

Alicia dijo...

Aunque no he leído ninguna de sus novelas, sé que mi tío era un gran aficionado (esasportadas tuyas??)
No recordaba yo lo del suicidio, pobre hombre.

Noelio dijo...

Yo algo he leído de pequeña porque teníamos algún libro de él, Alicia. ¿Esas portadas mías, cuáles?